Chicas y chicos, quienes luego de leer este fragmento ya sólo quedan 4 días de espera...
Para ver las entregas anteriores de esta saga has
CLICK AQUI5. SHADOWFEVER
Autora: Karen Marie Moning
Capitulo 1 (Fragmento)
¡AVISO! si no quieres adelantarte al libro, o no has leído las entregas anteriores de esta saga, no leas el siguiente fragmento ya que puede contener SPOILERS
La esperanza fortalece. El miedo mata.
Alguien realmente listo me dijo eso una vez.
Cada vez que pienso que estoy volviéndome más sabia, más en control de mis acciones, me doy de frente contra una situación que me hace terriblemente consciente de que todo lo que he logrado hacer es cambiar un grupo de ilusiones por un nuevo grupo más elaborado y atractivo de las mismas - esa soy yo, la Reina del Autoengaño.
Ahora mismo me odio a mí misma. Más de lo que alguna vez pensé que fuera posible.
Me asomo por el borde del abismo, gritando, maldiciendo el día en que nací, deseando que mi madre biológica me hubiera ahogado al nacer. La vida es demasiado dura, demasiado para soportarlo. Nadie me dijo que iban a haber días como estos. ¿Cómo no pudo alguien advertirme que habría días como estos? ¿Cómo pudieron permitirme crecer así- feliz, y rosada y estúpida?
El dolor que siento es peor que cualquier cosa que el Sinsar Dubh me haya hecho alguna vez. Por lo menos cuando el Libro está aplastándome, sé que no es mi culpa.
¿Este momento?
Mea culpa. De principio a fin, con todo lo que implica, esto es mi responsabilidad, y nunca habrá ninguna posibilidad de esconderme de ese hecho.
Pensé que lo había perdido todo.
Que ignorante fui. El me lo advirtió. ¡Yo tenía mucho más que perder!
Quiero morirme.
Es la única forma de detener el dolor.
Hace algunos meses, en una noche infernalmente larga, en una cueva debajo de la tierra, también quería morirme, pero no era lo mismo. Mallucé iba a torturarme hasta mi muerte, y morir era mi única oportunidad de negarle ese retorcido placer. Mi muerte había parecido inevitable. No veía ninguna razón en alargarla.
Yo había estado equivocada. Había renunciado a la esperanza y casi muero gracias a ello.
Yo hubiera muerto-de no ser por Jericho Barrons.
Él es quien me enseñó esas palabras.
Ese simple refrán es el maestro de cada situación, de cada elección. Cada mañana que nos despertamos, podemos escoger entre la esperanza y el miedo y aplicar una de esas emociones a todo lo que hacemos. ¿Recibimos las cosas que llegan a nosotros con alegría? ¿O con desconfianza?
La esperanza fortalece…
Ni siquiera una vez me permití a mi misma sentir ninguna esperanza a cerca de la persona que yace boca abajo en un charco de sangre. Ni siquiera una vez la use para fortalecer nuestro vínculo. Yo permití que la carga de nuestra relación descansara sobre hombros más fuertes. Miedo. Sospecha. La desconfianza que controlaba todas mis acciones.
Y ahora es demasiado tarde para arrepentirme.
Dejo de gritar y comienzo a reírme. Escucho la locura en esto.
No me importa.
Mi espada sobresale, una cruel jabalina, burlándose de mí. Yo recuerdo cuando la robe.
Por un momento, estoy de vuelta en las oscuras, lluviosas calles de Dublín, descendiendo al sistema de alcantarillas con Barrons, entrando a la bodega personal de artículos religiosos de Rocky O’Bannion. Barrons está usando jeans y una camiseta negra. Los músculos ondulan en su cuerpo cuando hace a un lado la tapa de la alcantarilla con la facilidad de un hombre lanzando un frisbee en el parque.
El es perturbadoramente sexual, tanto para los hombres como para las mujeres, de un modo que te pone los nervios de filo. Con Barrons, no estás seguro si vas a ser jodido o volteado de adentro hacia afuera y convertido en una nueva persona irreconocible, sin puertos a la deriva, en un océano sin fondo y sin reglas.
Yo nunca fui inmune a él. Simplemente tenía grados de negación.
Mi respiro es demasiado breve. El recuerdo se desvanece y de nuevo tengo que confrontar la realidad que amenaza con destruir mi cordura.
El miedo mata…
Literalmente.
No puedo decirlo. No puedo pensarlo. No puedo comenzar a absorberlo.
Abrazo mis rodillas y me meso.
Jericho Barrons está muerto.
El yace sobre su estomago, inmóvil. El no se ha movido o respirado durante la pequeña eternidad que he estado gritando. No puedo sentirlo en su piel. En todas las demás ocasiones, he sido capaz de sentirlo a mí alrededor: eléctrico, más grande que la vida, la inmensidad contenida en un pequeño contenedor. El genio en la botella. Eso es Barrons: poder mortal, contenido por un tapón. Difícilmente.
Yo me meso de atrás a adelante.
La pregunta del millón de dólares: ¿Qué eres, Barrons? Su respuesta, en esas raras ocasiones en las que me daba una, era siempre la misma.
Yo soy el único que nunca te dejara morir.
Yo le creí. Maldito sea.
“Bueno, lo jodiste, Barrons. Estoy sola y en serios problemas, así que ¡Levántate!”
El no se mueve. Hay demasiada sangre. Yo trato de alcanzarlo con mis sentidos de Sidhe-seer. No siento nada más que a mí misma al borde del abismo.
Yo grito.
Con razón me dijo que nunca llamara al número que había programado como SEM –Si estás muriendo- a menos que realmente lo estuviera. Después de un rato comienzo a reírme de nuevo. El no es el que lo arruino todo. Fui yo. ¿Me engañaron o todo este fiasco fue orquestado por mi misma?
Yo pensé que Barrons era invencible.
Sigo esperando que se mueva. Que se dé la vuelta. Se siente. Se cure mágicamente. Me dé una de esas duras miradas y diga, Contrólese Srta. Lane. Yo soy el rey Unseelie. Yo no puedo morir.
Ese era uno de mis más grandes temores, cuando me permitía ahondar en uno de los miles que tenía acerca de él: que él fuera quien creó el Sinsar Dubh desde el principio, descargando todo ese mal dentro de él, y que lo quería de vuelta por alguna razón pero no podía a atraparlo por sus propios medios. En un momento u otro, lo había considerado todo: Fae, mitad Fae, hombre lobo, vampiro, antiguo ser del principio de los tiempos maldecido, a lo mejor la misma cosa que él y Christian habían tratado de invocar en Halloween en el castillo Keltar- pero la palabra clave en todas mis teorías era inmortal, como en, ser que no puede ser asesinado.
“¡Levántate, Barrons!” Grito. “¡Muévete, maldito seas!”
Me da miedo tocarlo. Me da miedo que si lo hago, su cuerpo va a estar enfriándose notablemente. Sentiré la fragilidad de su carne, la mortalidad de Barrons. “Fragilidad”, “mortalidad” y “Barrons” unir estas palabras en el mismo pensamiento se siente tan blasfemo como ir colgando crucifijos de cabeza por las paredes del Vaticano.
Me arrodillo a diez pasos de su cuerpo.
Me quedo atrás, porque si me acerco voy a tener que darle la vuelta y mirar sus ojos, ¿y qué pasa si están vacios como los de Alina?
Entonces sabré que se ha ido, como supe que ella se había ido, mucho más allá de mi alcance para siquiera oír mi voz de nuevo, para escucharme decir, lo siento Alina, desearía haber llamado más a menudo; desearía haber oído la verdad debajo de nuestra insípida charla de hermanas; desearía haber venido a Dublín y haber luchado junto a ti, o enojarme contigo, porque tú también estabas actuando motivada por el miedo Alina, no por nada parecido a la esperanza, o tu hubieras confiado en mí para que te ayudara. O a lo mejor simplemente disculparme, Barrons por ser demasiado joven para tener mis prioridades definidas, como tú, porque yo no había pasado por cualquiera que fuera el infierno que tu viviste, y entonces, empujarte contra una pared y besarte hasta que no puedas respirar, hacer lo que quise hacer el primer día que te vi ahí en tu maldita librería. Trastornarte como tú me trastornaste a mí, obligarte a verme, obligarte a desearme a mi- a mi yo rosado- acabar con tu auto-control, hacerte caer de rodillas ante mí, incluso cuando me decía a mi misma que yo nunca querría a un hombre como tú, que tú eras demasiado viejo, demasiado carnal, más animal que hombre, con un pie en el pantano y sin deseos de terminar de salir de allí, cuando la verdad era que estaba aterrorizada por lo que tú me hacías sentir. No se trataba de lo que los chicos hacen sentir a las chicas, sueños de un futuro con bebes y cercas blancas, sino una frenética, dura, cruda perdida de mi misma, como si no pudieras vivir sin ese hombre dentro de ti, alrededor tuyo, contigo todo el tiempo, y sólo importa lo que el piense de ti, el resto del mundo puede irse al diablo, e incluso entonces yo sabía que tu podías cambiarme! ¿Quién quiere estar al lado de alguien que puede cambiarte? ¡Es permitir que una persona tenga demasiado poder! Era más fácil luchar contra ti que admitir que habían lugares no descubiertos dentro de mí que estaban hambrientos de cosas que no eran aceptadas en el tipo de mundo que yo conocía, y lo peor de todo es que tú me despertaste de mi mundo de Chica Barbie y a hora que estoy aquí, y estoy totalmente despierta, por ti bastardo, no podría estar más despierta, y tú me dejas-
Creo que voy a gritar hasta que él se levante.
Él fue quien me dijo que no creyera que algo estaba muerto hasta quemarlo, hurgar en sus cenizas, y esperar después un día o dos para comprobar que nada se levantara de ellas.
Seguramente no se supone que lo queme a él.
No creo que pueda hacer eso bajo ninguna circunstancia.
Yo voy a llorar.
Voy a gritar.
El va a pararse. El odia que yo sea melodramática.
Mientras espero que el reviva, escucho buscando sonidos de alguien trepando el borde del abismo. Yo medio espero encontrar a Ryodan arrastrando su cuerpo roto y ensangrentado. A lo mejor el tampoco está realmente muerto. Después de todo, estamos en Faery, a lo mejor, o por lo menos dentro de los Espejos-¿Quién sabe qué dimensión es esta? A lo mejor estamos en Los Sueños y toda esta terrible realidad es una pesadilla y estoy a punto de despertar en Barrons libros y Bisutería, y su ilustre, exasperante propietario levantará una ceja y me dará esa mirada; yo diré algo ridículo, y la vida será adorable, llena de monstruos y lluvia de nuevo, justo de la manera que me gusta.
Yo lloriqueo.
En las piedras no se escuchan sonidos de alguien escalando.
El hombre con la espada en su espalda no se mueve.
Mi corazón está lleno de agujeros.
El dio su vida por mí. Barrons dio su vida por mí. Mi egoísta, arrogante, idiota constante era la piedra constante debajo de mis pies, dispuesto a morir para que yo pudiera vivir.
¿Por qué demonios haría el eso?
¿Cómo podía yo vivir con eso?
DESCARGLO COMPLETO(en ingles) aqui:
Shadowfever - (4Shared)
Besos, Cataa...
.jpg)
